Hola,
no se si el tema va aqui, pero yo lo voy a poner. Es una novela que estoy escribiendo, y de momento os pongo el primer capitulo:
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CAPITULO 1
La hechicera.
1.
Ella me miro, giró la cabeza lentamente, y me miró. No supe cuanto tiempo estuve mirándola fijamente, pero cuando ella volvió a moverse, yo la seguí.
Me acerque lentamente, me fijé que llevaba la misma ropa que me dijo que llevaría, una camiseta amarilla y pantalones cortos blancos, y con el pelo para atrás. Ella pareció también darse cuenta de que era yo el que quede con ella, y se me quedo mirando mientras yo me acercaba.
La salude, le di dos besos y me senté a su lado. Le pregunté como estaba y me respondió con vergüenza que estaba perfectamente.
De pronto note que esta muerto de vergüenza, apenas podría sostenerme sin tiritar. Pero intente disimularlo lo mas ampliamente que puede, aunque creo que se me noto bastante.
—Mira lo que me ha mandado mi novio —me enseño un mensaje en el móvil donde su novio le decía que no viniese e verme — y mira este otro —me volvió a enseñar otro donde su novio la mandaba a la mierda, es decir, conmigo.
—No tenías que haber venido si sabias que no quería que estuvieras conmigo.
—Una mierda, puto celoso, yo tengo mis amigos y el no lo es todo todo.
—Bueno, tu veras —la verdad, yo estaba totalmente encantado—.
Bueno, ahora que lo pensaba, no tenia idea de lo que estaba haciendo, ¿qué hacia yo con una chica tan guapa, y que tenia novio? No tengo respuesta a esta pregunta; quizás fue la mirada de esta chica, quizás fue su belleza, o también pudo ser magia.
—Vamos a tomarnos algo, me aburro aquí.
—Es que no me apetece andar, y tampoco es que me guste.
—Perezosa.
Me acomode bien en el banco y la empecé a mirar fijamente, no comprendía a que venia tanta belleza, ni como he hecho yo para conocer a tal chica. Se le notaba que también estaba avergonzada de verse conmigo por primera vez, incluso más que yo.
Una bonita historia que quizás no tenga otro fin que la amistad, la mala suerte que llego a tener con las chicas es brutal, o tienen novio, o viven al otro lado del mundo…
Sentado en el banco, yo me aburría, me levante, y le dije que me acompañara aunque fuese al la otra calle para comprar algo. Le pregunte que quería y me dijo que quería beber agua no mas. Fuimos caminando lentamente, uno al lado del otro, rozándonos de vez en cuando, pero… dios, que era eso que tenia a mi lado, me volví a quedar atrás para fijarme en es cuerpo, que era eso, ¿un cuerpo o una escultura de alguna diosa?¿A lo mejor estaba soñando? Ella paro un momento y me miro fijamente, yo hice como si nada y seguí caminando.
Llegamos a un cruzo cuando ella paró y me dijo:
—Para, me he cansado —¿que pasaba?, la escultura pesaba demasiado, el mármol no funcionaba bien —vamos a parar aquí un rato, que no me apetece seguir caminando.
Cuando llevábamos no mas de dos minutos caminando entramos y nos acercamos a la nevera para elegir unos helados, elegimos dos y me acerque a la otra nevera, para coger el agua y el refresco para mi, pero al llegar a la mesa donde cobraban, me dijo que no quería el agua y fui a devolverla. Cuando volví a pagar…¡lo había pagado ella!
—Maldita, te dije que iba a pagar yo.
— ¡Aaaa! He llegado yo antes.
Nos acercamos a un coche rojo, y antes de sentarme, puse mi mochila y le dije que se sentara, para que no se manchara. Me dedicó una sonrisa de la mas agradable, aunque le faltaba amor.
—Bueno,¿cuando fue tu cumple? —pregunte para variar un poco el silencio.
—Pues fue en abril.
—Entonces…¿tengo tres meses mas que tu?
— ¿Tu cuantos años tienes? —pregunto con una extrañez tremenda.
—Quince.
—Dios, yo pensaba que tenias dieciséis o diecisiete.
—Que dices…aunque tu seas bajita no significa que los demás debamos tener mas años por ser mas altos.
—Cállate tonto, no hace gracias —dijo entre risas.
Y ahí estuvimos hablando de cosas personales, que no me apetece nombrar por confidencias. Me parece que paso una eternidad, mientras solo paso media hora.
Yo ya no aguantaba mas ahí de pie, así que la obligue a que me acompañara a la otra calle para buscar un banco. Y allí estaba el banco vacío esperándonos.
—Ves donde había un banco, y nosotros ahí con el coche rojo lleno de polvo.
—Da igual.
Empecé a mirarla otra vez y me volvió a entrar el pensamiento de antes, ¿cómo podría yo enamorar esa chica? ¿Debería hacer algo? Decido darle lo mejor de mi mismo, mi lado sentimental.
—Dios, haber mírame —me miró —dios, ¿por qué eres tan guapa?
¡No me digas eso! —se giró al otro lado, sonrojándose.
—Que dices, si es la verdad. Eres como una diosa, no me extraña que seas un no creyente, siendo tan guapa…la diosa eres tú.
—¿Por qué me dices esto?
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continuara...
nsn